No finjas, no finjas
La semana pasada te hablé de lo que supuso para mi descubrir que yo existía y de la importancia de manterte en contacto contigo mismo y construir una sana relación de atención, respeto y amor incondicional hacia ti.
Para generar esa buena relación con nosotros mismos, tendremos que hacer muchas cosas, y una de ellas será la de limpiar el armario: hablemos de nuestros trajes, de nuestras grandes mentiras. Hablemos de esos bonitos y aparentemente infalibles trajes que nos ponemos para ayudarnos a fingir e intentar ser lo que no somos.
Trajes de marca: intachable serenidad, alegría, invulnerabilidad, fortaleza, indiferencia…o vete tú a saber qué y que no hacen otra cosa más que alejarnos de lo que somos, de nuestra verdad con mayúscula, de nuestra gran realidad, nuestra sombra y nuestra luz, nuestras emociones, sentimientos e identidad, esa que solo existe fuera de armarios, alejada de mentiras, de falsas etiquetas, de fingidas apariencias.
Mi propósito, y me encantaría que también el tuyo, es el de permitirme ser quien soy, sin vestidos, sin trajes, sin fingir, sin mentir-me ¿Por qué? porque la Verdad es que soy quien soy, con mi vulnerabilidad, mis dudas, mis emociones, mi fortaleza, mi alegría y mi tristeza, así, desnuda…y si yo no me lo permito, si yo no dejo que lo que soy sea, si yo no aprendo a respetarme lo suficiente como para no necesitar cubrirme, si finjo, estaré tan alejada de mi que no podré ser y si no soy, ¿entonces qué?
Almudena Migueláñez