PETICIONES

Lo que yo hoy te quiero pedir es que, por favor, te permitas pedir ayuda. Hacerlo no es una muestra de debilidad. Todo lo contrario. Te hace más humano, más fuerte y, desde luego, resiliente. Pedir ayuda significa que sabes ver tus límites, que estas abierto a recibir lo que mereces y preparado para confiar y entregarte.

Hoy quiero decirte que deberías reconocer y aceptar tu herida. Si te tapas más los ojos, si te niegas a verte, nunca sabrás que cualquier dolor, tarde o temprano, cicatriza.

Ya no sirven las excusas, no busques más culpables. Sé que es difícil, pero ha llegado el momento de que te responsabilices. Sabes perfectamente lo que necesitas, no te engañes. Es hora de asumirte, de tomar decisiones, de cambiar hábitos y de modificar actitudes. Lo estás retrasando, y el tiempo, cuando está vacío de compromiso, se convierte en tu enemigo. Hoy quería recordarte y así, yo también me lo recuerdo, que tu vida no es de nadie, solo es tuya y tú eres el responsable. Hoy quería pedirte que, por favor, trabajes con tus necesidades.

Hoy te escribo pidiéndote que no abandones. Me encantaría que borrases de tu mente lo que me dijiste, y que no volvieras a sentir desesperanza. No renuncies. Quiero que recuerdes que todo es karma. Que tu constancia, tu compromiso y tu fe en lo que sueñas, tienen que dar resultado porque en esta vida todo tiene consecuencias. No pierdas la esperanza. Continúa y verás como todo lo que anhelas se manifiesta.

Hoy, mucho mejor que mañana, deberíamos comenzar a sanar creencias. Aunque solo sea por aquello que dicen de que “lo que crees, lo creas”, sentémonos y revisemos los pensamientos que nos limitan y nos encarcelan. Hoy, me encantaría pedirte que recordaras lo que ya sabes: a cada instante, eres libre de elegir lo que piensas. Decide dónde depositas tu energía.

Quiero pedirte otra cosa. Me he dado cuenta de que has vuelto a olvidarte. Hace tiempo hablamos de que eres importante y de que todo dependía de la forma de tratarte. Te has olvidado de cuidar de ti y de no juzgarte. Te pido que vuelvas a perdonarte, que priorices la relación contigo y que te abraces. Vuelve a mirarte al espejo como hacías antes.

Al ver que te sientes incompleto y que depositas toda tu felicidad en el otro o en lo que está por llegar, me gustaría pedirte que reflexionaras sobre qué es para ti la felicidad, porque, quizá, si la ves como una actitud interna, como una elección personal, tu insatisfacción se pueda convertir en paz interior.

Ésta sí es mi última petición: recupera tu entusiasmo, por favor. Yo lo he visto. Sé que lo tienes. Está en tu sonrisa, en tu niño interior. Habla a través de tus ojos, de tus palabras, de tu impulso y de tus ganas. Cuando has vivido entusiasmado todo ha funcionado. Entonces, ¿qué ha pasado?

Feliz presente,’

Almudena Migueláñez.

Photo by Frank Mckenna

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