INMORTALES

"El cielo no está arriba o abajo o a la derecha o a la izquierda. Está en el centro del pecho del hombre que tiene fe". Salvador Dalí.

Volvemos a nacer. Otra nueva oportunidad para un renacimiento que, sin embargo, parece servirnos de poco y por poco tiempo. Un renacimiento que en realidad debería de ser una revolución. Un asalto a nuestros corazones, una llamada a gritos para que renunciemos ya al ciclo de sufrimiento, limitación, muerte, culpa y padecimiento al que nos hemos mal acostumbrado.  ¿Cuántas veces debemos morir para darnos cuenta de que somos inmortales?

La inmortalidad tiene que ver con hacernos ajenos al miedo del ego. La inmortalidad tiene que ver con permitirnos ya, definitivamente, vivir desde y en el centro de nuestro pecho. La inmortalidad es conectar con el cariño y la compasión hacia nosotros mismos, con el perdón hacia mí y con la liberación del otro, con nuestra capacidad para deshacernos de todos los pensamientos que nos hieren, que a veces nos aniquilan, que abren heridas que no cicatrizan. 

Hoy renacemos, pero renacer a la vida sin un firme compromiso de no volver a morir, de no volver a dar autoridad a todo aquello que simboliza muerte en nuestras vidas, sería solo otro ciclo más. Un renacimiento sin la intención de no asumir más lo que nos limita, encarcela y aprisiona, sería tan solo un renacer anunciador de la próxima muerte. 

El sentido de la resurrección es hacernos inmunes a las trampas del miedo, a los juicios de la mente, a las necesidades y expectativas de nuestros egos. Es una nueva oportunidad para descubrir el Reino del amor dentro. 

Renacemos hoy para que nuestra Consciencia Crístico-Búdica, la energía de nuestro corazón, se haga ilimitada e inmortal en nuestras vidas. Para que la luz de nuestro corazón ilumine siempre nuestra oscuridad, convirtiéndola y elevándola. Elevándonos hasta lo inmortal que existe en cada uno de nosotros, el cielo de Dalí en el pecho de cada hombre.

Suelta la cruz, el sufrimiento, la culpa, el dolor que te produce creerte el miedo. Deja ir las expectativas y regresa a la inmortalidad e inocencia de tu corazón. Vuelve a jugar.  Eres libre, merecedor. Eres amor.

Feliz Pascua de Resurrección,

Almudena Migueláñez.