VERGÜENZA SAGRADA

Todos tenemos algo que nos avergüenza, algo que queremos ocultar para poder ser aceptados por los demás. Todos tenemos algo que nos da miedo enseñar, que creemos nos aleja de la pertenencia, que nos expulsa del paraíso de merecer. Pensamos que dejar ser nuestra rabia o nuestra autoridad puede provocar que el otro nos rechace, que nos aleje de su lado. 

Es grave, nos damos vergüenza. Es muy grave, nos queremos ocultar. Es horrible, le decimos a la Vida: no me hiciste lo suficientemente valiosa, me tengo que cambiar para poderme amar y para que el otro me pueda aceptar.

Nos acostumbramos a trabajar con nuestras vergüenzas, o mejor dicho, en contra de nuestras vergüenzas. El objetivo principal de toda nuestra labor es dejar de ser aquello que pensamos que es ridículo, que está equivocado en nosotros, pretendemos que no se nos vea para asegurarnos de que los demás nos quieran, como si eso fuera posible. 

Mis vergüenzas, que son una parte de mi, son sagradas y lo son porque yo soy un Ser sagrado. Sagrado significa digno de un respeto excepcional y si yo no aprendo a respetar y a amar incondicionalmente todo lo que yo soy, repito, TODO lo que soy, tampoco podré dejar espacio suficiente para que mi oscuridad me muestre toda su verdad y por supuesto, su sacralidad. 

¿Crees que un niño cambia porque le dejes bien claro que hay una parte de él que no es correcta, que no sirve, que te parece fea? Un niño cambia de forma natural cuando recibe amor incondicional y aceptación plena de todo lo que él es. Cuando se da valor a su potencial y se abraza con amor su debilidad, cuando se le motiva y se le respeta, cuando se exalta su divinidad y cuando con compasión, se le enseña a amar.

¿Por qué te avergüenzas de ti? ¿por qué no amas esa parte de ti? ¿por que rechazas lo que la vida te ha dado como regalo? Convierte tu vergüenza en sagrada y cuéntame cómo tu vida cambia.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez.