"El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz en la oscuridad". UCM
Llevo días decidiendo que es hora de cerrar un ciclo, de despedirme y de poner punto y final a una etapa. Llevo días sintiendo que es hora de dar comienzo a un nuevo capítulo.
En ese punto y final y coincidiendo con la llegada de la Navidad y del Solsticio de invierno me pregunto qué me llevo, con qué me quedo, qué recojo de todo lo que hasta ahora he vivido, de lo que he aprendido. Qué es lo que da luz entre tanta oscuridad. Y me quedo con lo único que tiene sentido. Con lo único que nos vamos a llevar cuando esta experiencia termine, cuando todo acabe. Lo único que nos hace estar vivos: el amor que compartimos. Con eso me quedo. Lo demás no importa. Compartir amor es lo único que sirve, es la única verdad que existe. Sin amor hay vacío, oscuridad y mucho frío.
La estrella que guía nuestro camino, que nos hace ver con claridad es la energía que sale de nuestro corazón, es nuestra capacidad para amar. Compartir lo que hay en el corazón nos hace ricos, nos hace sentir vivos, inmortales. Cada palabra que he compartido durante estos tres últimos años me conecta contigo, me recuerda que tu corazón siente igual que el mío.
Y es Navidad y nos volvemos pastelosos y cínicos y excesivos y nos quejamos porque no queremos tener la madre que tenemos, porque no queremos pavo y no sabemos qué regalar, porque no podemos gastar más y porque odiamos las Fiestas, porque a los que queremos no están. Porque estamos pensando que ojalá llegara el mes de enero ya. Porque precisamente ahora que tenemos una nueva oportunidad, ahora que se está abriendo un nuevo Portal, nosotros nos olvidamos de lo que sí es real, de lo que sí tenemos, de nuestra capacidad para amarnos y para amar, para compartir desde el corazón y generar intimidad.
Necesitamos despertar ya de nuestro letargo, volver a la Vida, encontrar nuestra estrella guía, cerrar un ciclo y recuperar nuestra capacidad para aceptarnos, respetarnos y amar. Para compartir y perdonar. Para agradecer que estamos vivos. Para reconocer a nuestro Cristo interno. Para vibrar en incondicionalidad, para dar y recibir y para asumir nuestra responsabilidad.
Necesitamos recuperar nuestra consciencia dormida y valorar lo que de verdad tiene valor porque eso es la Navidad, reencontrarnos con nuestra niño interno, con la inocencia y la bondad.
Te deseo un nuevo comienzo lleno de luz, que tu Estrella te guíe y una muy feliz Navidad.
Almudena Migueláñez.