CON INTENCIÓN, SIN EXPECTATIVA
Te voy a pedir que antes de leer este pensamiento, y si quieres, reflexiones sobre algo: tus expectativas ¿Qué expectativas tienes puestas en él o en ella, en ese proyecto, en este pensamiento, en el nuevo trabajo, en el curso que vas a comenzar, en ese viaje que te gustaría realizar?
Ahora que has reflexionado, te voy a pedir algo más: por favor, suéltalas. Deja ir todas esas expectativas depositadas en situaciones, personas y proyectos, deshazte de ellas y hazlo cuanto antes.
La expectativa brota de la mente inferior, de nuestro plexo solar. La expectativa no la genera nuestra Mente Superior ni nuestro corazón. La expectativa es la necesidad de que las cosas, las personas, las situaciones sean y respondan al deseo del ego.
En la expectativa hay desconocimiento. En la expectativa hay una condenada proyección limitante y limitada y una ansiedad enmascarada que nos proporciona sufrimiento.
¿Y por qué abandonarla? porque al hacerlo, nos quitamos de encima la carga de la proyección del deseo, nos sentimos liberados, en paz con todo lo que es, permitimos que la Vida nos sorprenda, nos regale y nos enseñe, y además, dejamos que las cosas se coloquen y sean como son en este momento.
De esta forma, las personas, las situaciones, los proyectos sobre los que no hemos volcado ninguna expectativa pueden manifestarse y mostrarnos todo lo que tienen para nosotros, para nuestra evolución y aprendizaje.
Abandonar cualquier expectativa, centrarnos en el momento presente, en el aquí y en el ahora y poner toda la intención que seamos capaces es lo que, sin duda, nos conducirá a una profunda conexión con el manto energético de la Vida.
Siempre con intención y nunca con expectativa.
Almudena Migueláñez