Te voy a hablar de algo que así, de entrada, me resulta difícil definir desde la palabra, porque de lo que quiero hablarte es extremadamente femenino, y lo femenino, en hombres y en mujeres, no tiene forma, no tiene palabra, no tiene definición. De lo que te voy a hablar es de lo que “significa” recibir y de lo que se siente al hacerlo.
Recibir es la otra parte del dar, es la esencia de nuestro femenino, es el Yin del Yang. Recibir significa estar abierto a permitir que todo suceda, sin resistencias y sin negaciones. Recibir es consentir, es tener espacio dentro de ti, y al leer esto pensarás que, claramente, lo que te estoy contando es una obviedad, una evidencia, pero verás, si el recibir fuera tan obvio, si esa apertura se estuviera produciendo en nuestros corazones, no viviríamos tan limitamos, tan asustados y tan frustrados como, de hecho, vivimos. En nuestra vida habría espacio, equilibrio y una sana sensación de que podemos descansar, de que merecemos sin necesidad de lucha ni justificación.
Tanto hombres como mujeres nos hemos ido privando de esta parte indispensable de nosotros mismos. Nos hemos convertido en fábricas de dar, de hacer, de pensar y de producir, sin saber que el dar sin el recibir y el hacer sin el ser no pueden existir.
Cuando cierro los ojos y me digo que estoy abierta a recibir, también estoy cultivando el arte de permitir. Siento que mi energía se expande, que la puerta de mi corazón se abre, que mis deseos toman forman y que me estoy dando permiso para que cuiden de mí, para que la Vida se encargue. Siento paz, pero sobre todo, me siento muy bien, ilusionada y con mucha confianza.
Para permitirnos, y para estar abiertos a recibir necesitamos revisar nuestros miedos y todas nuestras resistencias. Puedo empezar por algo muy sencillo: ¿cómo me siento cuando alguien me valora, me regala, me halaga, me da las gracias? Puedo continuar por algo más difícil: ¿me siento lo suficientemente digno tal y como soy para recibir todo lo bueno de la vida? Y puedo ir todavía más allá y preguntarme: ¿Soy capaz de permitirme recibir sin sentir que tengo devolver? ¿me doy permiso para ser feliz?
Para recibir necesitamos querernos, reconocernos dignos e inocentes. Date cuenta de que la vida desea darte, igual que un padre quiere dar todo lo mejor a su hijo. “Papá Universo” te quiere profundamente, te ve grande y por supuesto inocente. Por eso, deja espacio, confía y abre tus brazos. Practica el arte de recibir y permite que se te dé lo que solo por ser, ya mereces.
Un muy feliz presente,
Almudena Migueláñez.